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viernes, 25 de noviembre de 2011

El insomnio de niños y bebés

Cómo resolver este trastorno del sueño infantil

A menos que los problemas para dormir persistan o interrumpan con las actividades diurnas del niño, la comodidad y el calor paternal puede ser todo lo que sea necesario.
Insomnio infantil

El insomnio infantil es un trastorno

 

El insomnio infantil es un trastorno que se caracteriza por:
- la dificultad para dormirse solo
- los frecuentes despertares nocturnos y la imposibilidad de volver a dormirse sin la ayuda de los padres
- los sueños muy superficiales
- dormir menos horas de sueño que las necesarias para su edad

Causas principales de la falta de sueño de los niños

 

- Malos hábitos del sueño. El 70 por ciento de los bebés comienzan a dormir más de 4 horas seguidas a partir del tercer mes de vida y el 83 por ciento duerme 8 horas al cumplir 5 o 6 meses. Solamente, el 10 por ciento de los niños con un año de edad todavía no duerme la noche entera. En esos casos, los niños deben ser re-educados y estimulados para dormir.
- Alteración de la rutina del bebé. Puede estar provocada por un cambio de casa, el nacimiento de un hermanito o un viaje. En los bebés muy activos, cualquier nueva situación como aprender a caminar o a gatear le causará excitación y no conseguirá dormirse. Los bebés son sensibles y perceptivos y la falta de sueño es el primer síntoma de que algo distinto está sucediendo.

Consecuencias del insomnio infantil

 

Un niño que se despierta con frecuencia durante la noche y cuenta además con la presencia de su madre para hacerle dormir otra vez, ya está acostumbrándose a un mal hábito para dormirse. Y teniendo en cuenta que, esa situación se repite noche tras noche, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, no se puede ignorar que puede desestabilizar la armonía conyugal y, por lo tanto, familiar.
Cuando eso sucede, los padres recurren a las técnicas más lógicas. Permitir que el niño sólo se duerma en compañía de los padres significa que, a medida que el niño va creciendo, vaya exigiendo nuevas demandas. A partir de ese momento, puede surgir en los padres una sensación de frustración, de culpabilidad, de irritación, e incluso de rechazo hacia el niño por haber establecido su rutina de sueño de una forma poco apropiada. En cuanto a los niños, con esta actitud se muestran más irritables, ansiosos, inseguros y con gran dependencia hacia la persona que los cuida.

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