Está claro que no hay dos niños iguales y, por tanto, las mejores técnicas para paliar los problemas de conducta serán aquellas que nos funcionen bien en cada caso o niño.
Las conductas inadecuadas pueden ser consecuencia de multitud de factores (internos, externos). Es habitual que se presente algunas de ellas dentro del ciclo evolutivo "normal", pero hay que consultar al profesional cuando estas son de mayor frecuencia o magnitud de lo esperado por su edad o son perseverantes en el tiempo.
Un buen predictor de la poca incidencia de conductas inadecuadas en un niño es el haber establecido un buen vínculo afectivo con sus padres. Ello pasa por dedicar más tiempo juntos desde edades muy tempranas. El juego es un elemento esencial. Recomendamos la lectura de nuestra página: Trabajando el vínculo afectivo con nuestros hijos.
No tan sólo es cuestión de estar más con el niño. Préstele mayor atención cuando efectúe las conductas adecuadas y exprésele su satisfacción verbalmente. Igualmente, trate de no dársela cuando presente episodios de rabietas o exigencias de caprichos.
Es importante el estilo educativo de los padres. En concreto, aquel estilo que combina la existencia de un alto grado de vinculo afectivo pero con un nivel de control sobre hábitos y conductas adecuados. Se desaconsejan modelos totalmente autoritarios o que, contrariamente, no desempeñen ningún control sobre sus hijos.
Hay niños con temperamentos "más difíciles" que otros y que probablemente necesitarán estrategias de intervención a medida.
El crecer en entornos marginales o en colectivos de riesgo aumenta considerablemente el riesgo de presentar conductas disruptivas en la adolescencia. De todas formas, los modelos parentales, serán el factor determinante.
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